Jueves por la tarde, momento egoísta, todoparamí y sóloparamí. Mi cochecito rojo, mis cedés a todo volumen (que soy un poco macarra, aunque llevo las ventanillas cerradas para no deteriorar mi imagen) y de lleno al atasco, al salto de carril, al meterme en cualquier hueco. Destino: feria del libro (que si me descuido me la cierran sin esperarme).
Un poco como si fuera de fiesta entro en El Retiro, ya ha caído el sol y huele a Madrid filtrado en verde. Empiezo el paseo de palabras, busco, busco, busca, busca... husmea, encuentra, lee las tapas, las solapas, las primeras frases. Algunas casetas me empujan y no me dejan ni acercarme al tiempo que me advierten cómo volver a ser feliz tras la muerte de mi perro, cómo decorar la casa para vencer la fibromialgia, cómo hallar la luz entre las lúgubres sombras del destino, cómo comer hasta hartarme adelgazando sin parar y más.
Compré un montón de libros que quería y uno que no quería pero es que el vendedor era monísimo, estaba afónico y le puso tanto entusiasmo al recomendarme la novela que no supe negarme.
No es que me guste leer, lo que pasa es que este fin de semana abren la piscina de mi casa y como ninguna de mis vecinas me dirige la palabra, me tumbo en la toalla, meto la nariz en un libro y así parece que soy yo la que no quiere cuentas con el mundo.
Eso que ellas se pierden y eso que tu te ahorras :)
Escrito por mOe:) a las 11 de Junio 2004 a las 11:55 AM
Que placer!! leer en la piscina sin que nadie te moleste...que envidia!!!