Ayer me reí como si me dejaran, con todo el cuerpo, poseída. Me reí desde por la mañana y hasta las tantas de la noche. Me reí como si me hubiesen dado permiso.
Estaba en mi salsa, rodeada de drags, superando con nota un casting para interpretar a la Niña del Exorcista. Registré corazones y levanté a los muertos, subida en lo más alto recibí los aplausos de un público entregado. Hoy estoy afónica, agotada y feliz. La catarsis de lanzar blasfemias a voz en grito me ha sentado de maravilla.