3 de Diciembre 2004

La cena, la gente

Me temía que iba a ser una noche terrible: cena con empresarios para contarnos lo bien que se lo montan todos para que sus trabajadores puedan conciliar la vida familiar y laboral; una mesa llena de personas desconocidas, a excepción de una señora que lo primero que me contó al verme es que acababa de quedarse viuda. Pensé en recoger rápidamente los datos que me hicieran falta e inventarme cualquier excusa para salir de allí pitando.

Pero la gente es capaz de sorprenderte casi siempre y acabamos la velada como amigos del alma, riéndonos a carcajadas, mientras en el resto de las mesas, repletas de trajes azul marino, las conversaciones se minimizaban y proliferaban los bostezos.
El caso es que la señora viuda, que al principio nos advirtió de que era la primera noche que salía desde el fallecimiento de su esposo, terminó confesando que hace tres semanas se fue a París con una amiga y se lo pasaron de miedo. Después del primer plato, nos desveló además que tiene muy buen paladar porque padece dermografía y, por lo visto, la gente que tiene dermografía suele tener también lengua geográfica, esto es, hiperdesarrollo de las papilas gustativas. Hasta sacó la enorme lengua para mostrarnos sus recovecos.
El director de recursos humanos de una multinacional francesa, que había pronunciado una interesante ponencia antes de la cena (se convertirá en otro post un día de estos), que llevaba corbata y traje, aunque no azul marino, acabó reconociendo que veranea de camping en los Caños de Meca, hace nudismo y es fan, como yo, de los productos Hacendado de Mercadona (incluso brindamos por esto).
También había tres directivas de otras tantas empresas, una de ellas dedicada a la promoción de la igualdad de oportunidades de las mujeres en el mercado laboral, que se tuvo que marchar pronto porque se le iba la cangura y ella era monomarental.
Después de cenar, alguien repartió cigarrillos, como en las bodas, y aunque ninguno de los de la mesa fumábamos, todos encendimos el pitillo y nos despedimos, sin intercambio de tarjetas, pero reconociendo entre abrazos y besos lo encantados que estábamos todos y todas de habernos conocido.

Escrito por Clarice a las 3 de Diciembre 2004 a las 10:39 AM | TrackBack
Comentarios

jajaja, qué momentazo el de la lengua de la viuda....digno de película.

Escrito por Esstupenda a las 3 de Diciembre 2004 a las 11:59 AM

las peores expectativas no suelen cumplirse ...:)

Escrito por mOe:) a las 7 de Diciembre 2004 a las 10:05 AM
Escribir un comentario









¿Recordar informacion personal?