Ayer por la tarde mi padre llamó por teléfono a mi casa sólo para decirme que me quería, que me quiere.
Mi padre y yo no tenemos casi nada en común. Muchas veces nos cuesta encontrar temas de conversación. Él intenta mostrar interés por mis cosas, me hace algunas preguntas pero casi nunca escucha las respuestas hasta el final. Creo que ni siquiera nos conocemos mucho o quizá no nos interese profundizar para no tener que asomarnos al abismo que a veces nos separa.
Sin embargo, mi padre siempre está dispuesto a venir corriendo si le necesito, me invita a comer cuando prepara algún plato que sabe que me gusta, advierte si me duele la cabeza o el corazón con mirarme a los ojos y, además, es capaz de llamarme por teléfono sólo para decirme que me quiere.
La familia no se elige, te toca. Como en una especie de extraña loteria aleatoria. Por eso no siempre uno se entiende con ellos, no siempre parecen tener nada en común con nosotros.
Pero lo que resulta hermoso es pensar que pese a ello, alguien sea capaz de hacer por ti todas esas pequeñas cosas. Creo que solo por eso, lo demás importa menos...
Daría lo que fuera porque mi padre me hubiera llamado alguna vez solo para decirme algo tan bonito como "te quiero".
Escrito por Isthar a las 15 de Febrero 2005 a las 01:23 PMes una suerte eso...
Escrito por Esstupenda a las 15 de Febrero 2005 a las 04:50 PMPues no pierdas oportunidades con él, disfrútalo, siéntelo y no aplaces para mañana todo lo que le puedas comunicar hoy, con o sin palabras.
Un saludo
Escrito por odyseo a las 15 de Febrero 2005 a las 05:19 PMEso que escribes en clave de misterio es algo absolutamente normal. A mí me ha costado toda la vida entenderlo. Por debajo de acuerdos, coincidencias afectivas, ideológicas o coyunturales, hay una COMPLICIDAD DE LA ESPECIE, cuyo significado y alcance desconocemos. Pero está ahí. Y si se pierde, regresa. Supongo que está relacionado con los pequeños misterios de la existencia. Roberto.
Escrito por Roberto Zucco a las 16 de Febrero 2005 a las 12:49 AMSon como los ojos. Aunque a veces no funcionen del todo bien, no sabemos vivir sin ellos.
Y qué son ellos sin nosotros?
Cuando pierdes a un ser querido, te queda un dolor doble además de inmenso, uno por la pérdida en sí y el otro por la pena de no haber dicho algo a tiempo...como lo querías, de que manera...en los últimos momentos de su existencia (algo que se preveía pero que nunca pude aceptar) cogía el teléfono a cualquier hora para decirle que la quería, que la quería muchísimo...ella me tranquilizaba, me decía que estaba bien, y que también me quería, que me cuidase más (que ironía)...y buscaba cualquier excusa tonta para abrazarla, para darle un beso, olisquear sus cabellos, su perfume, rozar aquella cara perfecta...antes no nos prodigábamos cariñitos, éramos hermanas, y ambas no demasiado dadas a demostraciones de afectos...lo único que me queda ahora que no está, es el recuerdo, la gran estela que dejó en mí y que guía mi camino, y el consuelo de haberle dicho, te quiero hermana, te quiero muchísimo...
Escrito por una que pasaba... a las 17 de Febrero 2005 a las 09:18 AM