31 de Enero 2005

Danzar

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Los bailarines evolucionan con tanta fluidez como si lo más natural para el hombre fuese danzar y deslizarse.
Manos, piernas, torsos, brazos que se alargan, que se funden...
Debussy pone la música, Duato, la forma.
Quienes bailan, niños duendes, absorben todo y se despliegan.
Sonidos mágicos, giros que no existen, todo flota, se suspende, avanza, se mezcla, se diluye, se da.
La belleza que conmueve. La fragilidad. Lo efímero. La intensidad del roce suave. La levedad que envuelve. Lo atávico. El espíritu. Danzar...


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28 de Enero 2005

Tubería

Es que no. Es que hay cosas que no se pueden controlar. Es que cuando se te rompe una tubería no puedes tapar la grieta con un chicle y, claro, se te inunda la casa, se te moja la ropa, la vida, y te calas hasta los huesos. Y a ver quién se saca luego la humedad del cuerpo. Ni con mantas ni con calditos. Es que no. Es que si la cosa se desborda, no hay manera. No se puede tapar el sol con un dedo, aunque a veces lo parezca. De emociones hablo.

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27 de Enero 2005

Recomendación

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Canta. Pone música a los poemas. Los hace suyos. Entre su voz y su guitarra cabe el sentir de otros que le prestan sus visiones del mundo. Si estáis por Madrid, os recomiendo que paéis un ratito con este chico de Moguer. Se llama Jesús Márquez, toca mañana viernes, a las diez en Libertad 8. Y..., sí, es amigo.


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25 de Enero 2005

Descripción

Esta descripción tiene, sin duda, un marco de intenciones. Al fin y al cabo es un punto de vista. Un ejercicio escolar.
Sólo comentaré algunos rasgos. Si podéis haceros una idea, bien, si no, es igual, tampoco vamos a resolver mucho con esto.
Puedo hablar de su mano, la veo agitarse, a contraluz, diciendo adiós como los niños, yéndose.
Puedo hablar de sus ojos, como alternativas, te quedas con uno o con otro, el que me mira, el que no. Me quedé con el que no. Al final.
Puedo hablar de la línea que baja de su ombligo. La quise recorrer y él la borró como se borran las huellas de un delito.
Puedo hablar de su hombro, redondo, donde buscaba un sitio, un acomodo. Allí me clavé un hueso astillado que me hizo herida.
Puedo hablar de su pelo. De la parte de atrás de su cabeza. Al alejarse.

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23 de Enero 2005

Cosas que pasan

Tengo las manos frías. Palpitaciones. Burbujas en las sienes. Anudada la traquea. Lagrimas en la axila. Los pies inoportunos. La lengua desgajada. Los ojos imprecisos. Los brazos llenos de agujeros. Los dientes pasados por el hielo. Las orejitas flexionadas. Los dedos disponibles. La garganta cosida. Las mejillas lacadas. Los huesos reservados. El pecho inagotable. Ingles indicativas. El ombligo irresuelto. Las costillas trenzadas. Los labios perturbados. Los codos flojos. La nariz despistada. Perdí el olfato.
El único modo de encontrar la salida es perderse durante algún tiempo.

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21 de Enero 2005

Supertelescopio

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Estaba pensando que hoy me vendría muy bien algún invento de esos de las pelis de ciencia ficción, una especie de supertelescopio temporal que me mostrase una imagen, aunque fuera breve, de mí misma, dentro de unos años. Más que nada por saber si voy por buen camino.

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20 de Enero 2005

Mirar

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Hay en la vida momentos de clarividencia. Como si de repente se apartaran las nubes y todo fuese obvio, evidente.
Además, da la sensación de que las cosas siempre fueron así, incluso antes de que nos diésemos cuenta. Sólo hacía falta que nos restregásemos los ojos y nos atreviéramos a mirar.

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19 de Enero 2005

Se nos olvida

He leído esta mañana esta triste historia sobre la muerte. La muerte que se lleva por delante toda posibilidad de encuentro. La historia de aquellos a quien la muerte no les permitirá odiarse, tampoco amarse ni abrazarse pero que mueren juntos, que mueren a la vez, que se van apagando. Una chica israelí, un chico palestino. Nunca han pensado uno en el otro. Ahora, quizá se intuyen. Nadie lo sabe. Los conflictos tienen rostro, corazón, gente. Se nos olvida.

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18 de Enero 2005

Prudencia

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Sé que cuando me pides prudencia no lo dices en serio. Aunque así fuera, cada día pierdo señales de peligro o las escondo y el mundo se va ensanchando y se abren las puertas de mi corazón y de mi casa, desaparecen límites, fronteras...
Sé que cuando me dices que no se me deben notar tanto las emociones, no lo dices en serio. Sabes que no puedo guardarme nada, que grito, río, me emociono, abrazo sin moderación.
Me aconsejas mesura aún a sabiendas de que no te gustaría si la tuviera.
Estoy creciendo.


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17 de Enero 2005

Trampolín

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Tendría entonces unos ocho años. Estaba aprendiendo a nadar y un día me llevaron a una piscina al norte de Madrid. El sitio me pareció inmenso y la piscina, el mar. Pero mis ojos se dirigieron de inmediato hacia un altísimo trampolín y, antes de que me diera cuenta, estaba subiendo las escaleras sin mirar hacia abajo. Nunca había sentido miedo. Tampoco entonces. Cuando llegué al borde y descubrí el abismo bajo mis pies me eché a temblar. Miré hacia atrás y vi a otros nadadores que esperaban su turno para saltar. Sólo por unos segundos pensé en darme la vuelta y evitar el peligro. El corazón me palpitaba en todo el cuerpo. Aguanté la respiración, cerré los ojos, apreté los puños y me lancé al vacío. Desde entonces no he dejado de hacerlo.

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12 de Enero 2005

Gallinas

Me gustan los cuentos de gallinas de Clarice Lispector. Le otorgan al ave una identidad poco común. Dan consistencia al animal, lo llenan de alma, de futuro. La gallina es amada u odiada, admirada, olvidada. La Lispector indaga en su soledad, en sus carencias, sus sueños de gallina, sus aires de grandeza, la importancia del huevo, la trascendencia.
Me gusta cómo mira a la gallina. Así quisiera yo mirar el mundo, separando las plumas, entreabriendo los labios, saboreando. Con el valor necesario para no retirarme cuando todo me escueza. Vivir sabiendo que todo puede ocurrir a mi alrededor.
Como el mundo, el huevo es obvio, dice.
Tanta obviedad me vuelve a veces ciega. Abre los ojos, niña, retírate un par de pasos para verlo más claro. El huevo es el alma de la gallina. Tener un cascarón es darse. Estar libre de la comprensión que hiere. Quien ve más que la superficie está deseando algo: tiene hambre.
No obstante, y a pesar de haber dotado de alma al ave tonta, la Lispector sabe que ningún amor dura para siempre: “Hasta que un día la mataron, la comieron, y pasaron los años”.
¿Quién buscaba un final feliz?

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11 de Enero 2005

Lugares

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Hay lugares que se merecerían una placa conmemorativa. Lugares que se ocupan de crear el marco adecuado a determinados acontecimientos, que se nos quedan dentro. Sitios con los que soñamos, que valen un poema, un mundo. Rincones por los que otra gente camina sin prestar atención, entran y salen sin percibir ni una pizca de la esencia que allí se conserva, del pedazo de vida que atesoran.
Las escenografías marcan pautas, ralentizan o apresuran el contacto, resguardan, cuidan, acarician, se tornan cómplices, guardan nuestros secretos. Tienen sonidos, paredes, mares, cristales. Recogen cuerpos y otorgan sentido a las posturas. Son sitios que se quedan ahí después de las historias, que se nutren de ellas y en función de las mismas varían sus tonos y medidas, se tornan escenario. Se convierten en propios. Nunca vuelven a ser lugar común.


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10 de Enero 2005

Hoja en blanco

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Al encargar un recambio para mi agenda he tenido que darle una hoja del año pasado al chico de la papelería. He arrancado la del día 4 de octubre porque estaba en blanco pero ahora estoy intranquila. Intento recordar qué pasó ese día, dónde estaba, por qué, aún siendo lunes, no tenía nada apuntado, ninguna cita, ninguna reunión, ningún recordatorio, ni cosas que comprar, ni un teléfono, ni un nombre...
He repasado los días anteriores y posteriores y no me aportan pista alguna sobre ese 4 de octubre blanco y silencioso. Me estoy angustiando. A ver si me lo salté. A ver si va a ser que ese día se me olvidó vivir.


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7 de Enero 2005

Repaso

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Se quiera o no, aunque sabemos de la falsedad del tiempo, enero nos llama a iniciar etapas, a repasar pasado.
Si echo un vistazo a los meses vencidos, al calendario caducado, tengo la inquietante sensación de haber cambiado de percentil.

Escrito por Clarice a las 10:00 AM | Comentarios (3) | TrackBack

5 de Enero 2005

Regalos

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Nunca sé qué pedirme y siempre me traen lo que quería sin saber que lo quería.

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4 de Enero 2005

Kampa con Holan.

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Atardece tan pronto. Veo por encima. Observo buscando. Hay barro, árboles. Sospecho las circunstancias, los caminos de abajo, los cielos de otros, los otros días en los que yo no paso por aquí. Veo esa casa hermosa y azul, la noria que revuelve el agua del canal que la hace isla.

La niña leía en la ventana. No leía. Tenía el libro ante ella pero me miraba. Sospechaba. Yo sospechaba también que una se puede quedar ahí para siempre, mirando. Mundo reducido. Calle amarilla. Aire para ponerte del lado que más te guste.
Enséñame, cuéntame lo que sentías. Hablo con él, que se ha quedado dormido en un banco del parque de Kampa, junto a su casa. Ella también pasaba por allí y decía:
¿Oyes esa música
que cruza como luz la oscuridad
mientras la oscuridad gira
y yo con ella?

Claro. Es difícil no escuchar la música. Aquí es imposible. Ya oscurece y Holan me dice que por las noches él hablaba con Hamlet como yo hablo con él ahora. En esta noche. Dice que desde la ventana comenzó estos diálogos nocturnos que le condujeron hasta donde pocas personas han estado jamás. Escucho para luego contar. Todas las cosas terminan siendo ventanas. Todas las personas. Me pregunta: La vida es un misterio perfectamente legible ¿Qué suerte que no sepamos leer?
Tal vez. No sé cómo contestar. Nadie sabe en Kampa. Por eso no se mueve este trozo de tierra que no existe realmente. Sedimento. Isla de escombro. Parque inventado entre aguas.
El poeta prohibido quiere vivir en Praga pero busca refugio. Quiere ser solo. Ser Kampa, dentro-fuera de Mala Strana, con fantasmas, sin cafés. Sólo el verdadero poeta regresa con su silencio para encontrar, ya viejo, a un niño que llora abandonado por el mundo en su umbral.
Confieso que nada llevo. Me avergüenza mi pequeñez. Adelantándome varios pasos en la realidad a mis acompañantes me quedo dormida junto a él en ese banco de madera, árbol.
Le digo ahora: no soy Clara. Me dice: Tampoco yo fui Vladimir.
Nos asomamos a la barandilla, el río se lleva la mirada de la niña en la ventana que abandona definitivamente la fingida lectura

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3 de Enero 2005

Puente

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He vuelto hecha puente. Toda extendida. Dispuesta a unir historias. Una mano en un lado, la otra, alcanzando otro extremo. Dejando que el mundo pase sobre mí, me horade, deje su huella. Este es mi propósito de año nuevo traído desde Praga donde he pasado horas sobre el Moldava, de un lado a otro, volviéndome pasarela, extendida, piedra añada, camino.
No hace frío en Praga porque la ciudad está hecha de abrigos y juega al escondite (en eso también nos parecemos) y sabe a magia y a cuento y, claro, huele a metamorfosis, que por eso..., de eso me he servido. Desde que soy ruta me siento más vulnerable porque siento los pasos del que pasa, los ojos del que mira, mis propios ojos, lo que abarcan, el mundo entero.
He paseado cielos oscuros y he tomado raciones suaves de violín, música de vino de bohemia, historia de luz negra, callejas mínimas con colmo de recuerdos, eclecticismo, ausencia.
También estuve en Kampa. Lo contaré.


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