30 de Noviembre 2004

Almíbar, lujuria, serpiente

Almíbar, lujuria y serpiente avanzan de la mano en lentas olas de luz por el paseo de Recoletos, hasta la Cibeles. Anoche hacía frío en Madrid y las palabras entibiaban la calle. Todo un camino lleno de evocaciones. Palabras que gustan –alegría, ternura-, palabras de fiesta –resaca-, palabras raras (por escasas) –dignidad-, divertidas –canuto-. Entre la Casa de América y la Biblioteca Nacional. Como un río aleatorio. Mensaje en clave. Es lo que ha traído Eva Lootz a Madrid para Navidad. Poema léxico. Objetos, sentimientos. Insólita provocación en un Madrid que se estaba haciendo estrecho, que pedía luz de fiesta y surrealismo. Vocabulario luminoso filtrando un cielo oscuro, muy alto. Y la gente mirando, mirándose, como pidiendo una explicación. Algunos prefieren el espumillón. Palabras que incomodan. Turrón de estupro?

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29 de Noviembre 2004

Me estoy acordando


Fueron los de la SER
Ellos se lo inventaron todo
Y los de El País
Yo sé quiénes son los malos
Fue Iñaki
Encontrar una cinta con párrafos del Corán no quiere decir nada (no tiene significación especial)
Que se investigue la conexión con ETA
Yo solamente era presidente del Gobierno...
Oyéndole, me he acordado de la noche del 13 M, cuando Gabilondo llamó a mi casa y me obligó a ir a la calle Génova a exigir que me dijeran la verdad antes de votar. Me acuerdo de la manifestación del 12 M, en Madrid, rodeada de gente envuelta en banderas de España que gritaba Todos lo sabemos, ha sido ETA. Me acuerdo de Urdaci y de Acebes, olvidándose de darnos algunos datos, datos irrelevantes. Me acuerdo de los muertos. Viendo a Aznar, me estoy acordando de los muertos.


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Bolsillos

Hay gente con los bolsillos llenos y gente con los bolsillos vacíos (aquí que cada uno ponga el enlace a quien le plazca). En una categorización ciertamente maniquea, podríamos decir que los de bolsillos llenos se dividen, a su vez, en varios grupos, entre los que se encuentran:
Los que los llenan de vida
Los que los llenan de memoria
Los que los llenan de caracolas
Los que los llenan de risas
Los que los llenan de libertad
Los que los llenan de música
Los que los llenan de gente...
Los de bolsillos vacíos se dividen, a su vez, en varios grupos, entre los que se encuentran:
Los vacíos de ideas
Los vacíos de afecto
Los vacíos de poesía
Los vacíos de memoria
Los vacíos de conciencia
Los vacíos de emoción
Los vacíos de vida...
Estos últimos sólo se dan cuenta de que se han muerto cuando pasean con las manos en los bolsillos y nadie les mira porque nadie les ve.
También puede suceder que los bolsillos se llenen de cosas que pesan tanto que no le dejan a uno avanzar. Entonces, quizá sea el momento de buscar el descosido por el que soltar lastre y rellenar los huecos con cosas livianas y propulsoras.

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26 de Noviembre 2004

Atornasolado

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La certeza es un concepto sin matices pero la incertidumbre está llena de grados. Así, los que casi ninguna verdad concluimos, nos rilan los principios, carecemos de respuesta adecuada, de decálogos, guías, límites, prudencia..., nos sentimos siempre como atornasolados.

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25 de Noviembre 2004

Antiguas alumnas

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Me he encontrado a una antigua compañera de cole a la que tengo mucho cariño. También formábamos pareja en la clase de baile y, como éramos las más bajitas, siempre actuábamos en primera fila. Ella es violinista y viaja por todo el mundo dando conciertos. Dice que le encanta su trabajo. Siempre que nos vemos tiene cara de entusiasmo, hablamos de las mismas tonterías que recordamos del colegio, de las sevillanas, de las monjas, de las compañeras que vemos, de las que no. Hoy me ha contado que se está organizando una cena de antiguas alumnas y que la parece imposible que haga 25 años que salimos del cole. Y yo le he dicho que sí, que, definitivamente, es imposible. En realidad me parece imposible que haga 25 años de cualquier cosa que me haya pasado en la vida. De todas formas, no me perdería esa cena por nada del mundo a ver si me pasa lo que a Peggy Sue y vuelvo al pasado para, sin duda, repetir, uno a uno, los errores que he ido cometiendo en mi vida. Pero, al menos, podría sentir de nuevo la emoción de marcarme la danza del fuego en primera fila ante un entregado público de padres y abuelos, aplaudiendo entusiasmados.

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24 de Noviembre 2004

Depende del día

Dependiendo del día, me parece horroroso el sitio en el que vivo o me da como penita y ternura. Dependiendo del día, mi vida me resulta predecible y patética o se me llena de magia y de sorpresa. Dependiendo del día, la gente me sobra toda o necesito mimos y sonrisas por doquier.
Hoy es uno de esos días en que, depende...
Será por lo que me dice el horóscopo del ABC, que es infinitamente mejor que este post:
Cáncer (22-VI al 22-VII): un talante apacible le permite disfrutar las cosas todas, saborear la calma oceánica en su mágico interior.
¿Qué más se puede pedir?

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23 de Noviembre 2004

Nada que aportar

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Anoche me hablaban de la necesidad de escribir cosas que aporten algo. Me agobia pensar en esto. Aportar algo, qué cosa? Cómo? A quién? Cuánta responsabilidad... Me veo incapaz. Nada que decir entonces. Nada que aportar. Tendré que irme vaciando de ombliguez. Llenándome de mundo para contar algo que valga la pena. Que aporte. Crear. Ufffff! Miedo me da sacar un pie, dejarlo en el aire, al otro lado, con el abismo debajo. La desolación de lo que no miro. Abandonar el refugio para contar lo demás. Lo que importa más que lo que me importa. Es que me veo pequeña para que me atraviese el mundo. Diminuto filtro. Mínima aportación.

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22 de Noviembre 2004

Sin especias

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Cada vez me interesan más las cosas naturales, los sabores puros y poco especiados, lo que llega sin ser buscado, como cuando llueve. Fui a ver Un toque de canela, con ganas de que me gustara, de que me envolviera, casi entregada, por griega, por gastrónoma, por astrónoma. Me gustaron sus fotos de Estambul, oníricas, coloreadas, saturadas... pero, en seguida, me sentí forzada a sentir y eso no me gustó. Era como si me llevaran a empujones, me metieran la cuchara en la boca por la fuerza: cómete esto, que te va a gustar. La última parte, los postres, con planos de Corraface, encantado de conocerse, y llena de frases pretenciosas que no llevan a ninguna parte, terminaron de decepcionar. En fin, que las especias (incluso la canela) han de ser administradas con mesura para que no maten el sabor de lo esencial.
Luna de Avellaneda, esa sí que me supo a gloria, a esencia elemental de lo que nos pasa en la vida, sin adobos, cosas que todos ya sabemos pero que nos gusta que nos cuenten, historias de las que no se sale indemne. Y la luna por ahí rondando a cada rato, a ver si somos capaces de tomar distancia. Y no.

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18 de Noviembre 2004

En el primer árbol

Cuando subió al coche le pregunté que dónde quería que le dejase. Me contestó que en el primer árbol. Tuvimos que ir muy lejos, juntos. Hoy he enviado una carta de agradecimiento a la concejalía de medio ambiente por no hacer bien su trabajo.

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17 de Noviembre 2004

Fisonomía

He ido a ver a mi madre. Estaba preparando la comida y me he tomado un café con ella en la cocina mientras la observaba picando cebolla y pimiento sin parar de hablar. No sé por qué, de pronto, se ha quedado pensativa y me ha dicho: sabes, hija, últimamente me miro al espejo y, en vez de ver mi cara, veo la de mi madre y pienso que cada vez soy más como ella. Yo le he dicho que a mí también me pasa a veces, que me miro y la veo a ella. Sabes lo que quiere decir eso?, me ha preguntado con cierta congoja. Claro que sí, la he respondido, que las dos nos parecemos muchísimo a nuestra madres. Y nos hemos echado a reír sin darle más vueltas al miedo que nos da envejecer.

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16 de Noviembre 2004

MoMA

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Fui al MoMA el último día de mi viaje a Nueva York. Después de haber pasado horas en el Metropolitan sin poder terminar de verlo, el MoMA me pareció un museo pequeñito y asequible, con salas en las que te sentías a gusto, sereno, rodeado de placeres visuales acogedores. Estaba en obras, con el patio lleno de tablones y barro. Hoy he visto que acaban de reabrirlo con el toque Taniguchi. Me gustaría estar allí ahora. En realidad, lo que me gustaría es vivir en Nueva York y escribir allí un cuento muy largo sobre rascacielos, arte, japoneses, ninfeas y amores apasionados.

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15 de Noviembre 2004

El chico de la agencia

El otro día vino un chico de una agencia inmobiliaria a ver mi casa porque la voy a vender. Entró y se sentó directamente en el sofá del salón. Eran las seis de la tarde y entraba una luz preciosa, anaranjada. Me senté a su lado. Él miraba alrededor. Me dijo varias veces que tenía una casa muy bonita. Era guapo pero parecía muy triste.

Se quedaba callado, mirando. Le pregunté si quería ver el resto de la vivienda (dije vivienda para darle un tono profesional a la conversación). Todavía no, me dijo, vamos a hablar primero. Dijo hablar como si me fuese a confesar algo muy íntimo pero empezó a preguntarme sobre las condiciones en que quería realizar la venta, el precio, las fechas de entrega... Hablaba muy despacio, como si inventase cada palabra en ese momento. Antes de darme cuenta ya le había ofrecido un café. Lo rechazó sonriendo y me pareció que la sonrisa acrecentaba su aspecto melancólico. De vez en cuando levantaba la vista y se fijaba en mis libros, en mis fotografías, luego me miraba a mí y no decía nada.
Por fin se levantó y fuimos recorriendo las habitaciones. Yo intentaba decir las cosas que se supone que tenía que decir como metros cuadrados, armarios empotrados, aire acondicionado..., pero, en realidad, me hubiese gustado que me hablara de la causa de su aparente desconsuelo, como si fuésemos amigos.
Volvimos al salón. Nos quedamos allí sentados en silencio hasta que se puso el sol. Cuando se marchaba me dio la mano y me dijo que mi casa valía mucho más de lo que pedía por ella. No sé si volverá acompañando a los posibles compradores. A lo mejor él sólo se ocupa de las primeras visitas. A lo mejor ni siquiera está tan triste como parece.

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12 de Noviembre 2004

Zapatitos rojos

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No me acordaba de que bajo mi cama dormían hace años unos zapatos rojos sin tacón. Anoche los encontré cuando buscaba las zapatillas de estar por casa. Es raro porque los zapatos rojos ocupaban justo el espacio donde dejé las pantuflas por la mañana, así que me los puse. Me dirigía a la cocina a preparar una tortilla de patatas para cenar pero...(Oh! maravilla).... Los zapatitos rojos me llevaron al salón. Como estoy acostumbrada a que mi vida se entrevere de magia, disfruté del prodigio y ya me imaginé, danzando sobre la tarima flotante, girando y girando cual odalisca. Sin embargo... (Oh! maravilla)... Los zapatitos me dirigieron con paso seguro hacia el sofá, allí flexionaron mis rodillas, me sentaron suavemente, me hicieron recostar y una mantita de lana anaranjada, como recién lavada con Perlán, que jamás vi por casa, me arropó como un abrazo y me quedé dormida. Esta mañana me he despertado de un sueño de casitas de chocolate.

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11 de Noviembre 2004

Gatitos

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Tres gatos en el pasillo maullaban, ronroneaban. Yo también, al otro lado de la puerta cerrada, contigo. Pedimos arrullos, mimos. Los gatitos y yo.

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10 de Noviembre 2004

Estulticia

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Cómo se recuperan a veces las palabras tras un largo dormitar... Ahora todo el mundo habla de la estulticia que Rajoy le achaca a Zapatero, y yo, que acabo de leer El elogio de la locura, por recomendación de un amigo (que luego dice que no le hago caso), recuerdo las preciosas acepciones de Erasmo, que nada tienen que ver con este ambiente de grisura generalizada, y que hablan de la locura hermosa y redentora que nos permite seguir por aquí con una cierta buena cara o, a veces, media sonrisa: ¿Hay momento alguno de la vida que no sea triste, aburrido, desagradable, estúpido o tedioso, si no le añadís el placer que es el aderezo de la estulticia?
Adulémonos, engañémonos mutuamente untándonos con la miel de la estulticia, aunque solamente sea por sobrevivir.

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9 de Noviembre 2004

?

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Me ha salido en la frente un enorme signo de interrogación. Es como una profunda arruga, un surco firme y bien delimitado. Ni la crema nutritiva ni las inyecciones de botox consiguen acallarlo. Me he dejado flequillo, a ver si así...

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8 de Noviembre 2004

Seda

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Algunas historias cuentan lo que quieren contar pero este libro, que se desliza entre los dedos a poco que te descuides, es delicado y raro, cuenta como si no quisiera, como si poco le importara, leves apuntes perezosos. Vas entrando y vas soñando y te vas enredando en lo que ya percibes como inevitable y, entonces, si algún resquicio atisbas para la huída, si crees que de algún modo podrías escapar, lees así: “hasta que al final te bese en el corazón, porque te deseo, morderé la piel que late sobre tu corazón, porque te deseo, y con el corazón entre mis labios tú serás mío de verdad, con mi boca en el corazón, tú serás mío para siempre, si no me crees, abre los ojos, amado señor mío, y mírame, soy yo, quién podrá borrar este instante que sucede, y este cuerpo mío ya sin seda, tus manos que lo tocan, tus ojos que lo miran”.
Da para llorar suave o estremecerse de placer. El amor carece de sentido y sólo a su través se siente todo. Se ama por lo que se desconoce. La seda se queda adherida a la piel como algunos besos.


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Quemadura

Se ve que estaba cocinando a fuego lento, que lo dejó ahí, sobre el fogón, al chup chup, largo tiempo. A ratos, de modo imperceptible, añadió vasitos de agua fría, que calmaran cualquier intento de inflamado estallido. Manteniéndose a prudente distancia, seguro que olvidaba el tibio aroma. A raya el instinto desordenado. Y ahí se quedó mucho tiempo. Como si no estuviera. Sin textura ni esencia.
Un día. Como llegan a veces las cosas. Pasa por la cocina. El puchero da un vuelco, pequeñito. No es nada, se aconseja. Otro vibrar. Un ligero perfume. Sólo un poco, se dice. Sólo un poco. Un mínimo azuzar la lumbre. Tampoco habrá para tanto.
Y sí. Y es para todo. Y empieza el bullir. Y ya no para. Se desmanda por descuido. Burbujas alocadas, imprecisas, sin ninguna cautela. Hervir. Corazón escaldado. Quemadura. Extravío.

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5 de Noviembre 2004

Fotos

Ayer fue el cumpleaños de mi sobrino y a mi querido hermano se le ocurrió amenizar a los asistentes con una sesión de fotos antiguas que, debidamente escaneadas, fue mostrando al personal en la pantalla gigante de la tele del salón. Las primeras eran preciosas, en blanco y negro, tan tiernas... Mi hermano y yo, con tres o cuatro añitos, en el patio de casa con nuestros respectivos triciclos. Mi hermano con sus ojos enormes clavados en la cámara, cuando aún gateaba. Yo, bailando en una fiesta familiar con un minivestido de terciopelo y una carita para pellizcar. Mi madre, preciosa, en su luna de miel... Hasta ahí, perfecto, todo eran halagos del público. Qué monos, qué ricos, que guapos...!!! Y ahí se debía de haber terminado la sesión. Pero mi hermanito del alma no pudo dejar pasar la ocasión y opto por el escarnio, pasando una a una mis peores poses adolescentes, en bañador, gorda como una vaca, con un mono de seda color fucsia y dorado, con una bonita blusa de cuello rizado (a lo Durán Durán) y sombra gris perla en los ojos...
Como mi familia me quiere mucho, se limitaron a comentar lo que he mejorado con los años pero, si tanto me aprecian, ¿por qué nadie me avisó de la pinta que tenía con 15 años?, ¿por qué no me prohibieron salir de casa? Es más, ¿quién tuvo la osadía de fotografiar a esa trágica adolescente que aparecía en las imágenes con cara de lánguida suficiencia?
Me levanté del sofá sorbiéndome las lágrimas, con un trauma del copón, mientras recibía palmaditas de consuelo de familiares y amigos. Me comí tres cuartos de tarta de San Marcos, con yema tostada, mientras, una vez más, me instalaba en ese odio fraternal que siempre me ha unido a mi queridísimo hermano.

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4 de Noviembre 2004

Que sea gripe, por favor, por favor

Me parece, digo yo, espero y deseo, que sea algo vírico. Nada de sueño, nada de apetito. Caminando a un par de pasos del suelo. Febril. Atolondrada. Me tapo la cara con la manta para que nadie observe esta cara de pánfila que se me ha quedado. Yo, que nunca me despisto, he cogido esta mañana el enjuague bucal y le he pegado un trago, pero un buen trago, vamos, que me ha abrasado el esófago, que he estado dando saltos por el baño hasta que se me ha calmado un poco el ardor. Eso sí, me ha dejado el aliento fresco para toda la semana.
Tiene que ser la gripe porque si no...
Por cierto, que me parece que el cielo tiene hoy un tinte como rosado y dicen mis compañeras que ni de coña, que está gris, pero gris, gris. No sé.

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3 de Noviembre 2004

Alguien te piensa...

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En estos momentos, no te asustes, alguien puede estar pensando en ti. Alguien que se encuentre a miles de kilómetros, a miles de años, o en la mesa de al lado, o en tu centro de salud, en el mercado, al otro lado del correo electrónico. Inquieta figurarse que ocupas una mente en la que ni siquiera te detuviste un segundo. Pasaste por ahí, por sus ojos, por su vida, pispás, y a otra cosa. Pero hay quien te enganchó, atrapó tu perfil y ahora lo decora con lo que más le gusta en el mundo, como prefiere. Te ha confeccionado el mejor traje, rasgos preciosos, maneras delicadas, inteligencia, encantos, unos centímetros más de altura, algunos menos de cintura, un pelo suave, sutilidad, hechizo... Imaginando quién sabe qué cosas. Soñando contigo. Tu forma más perfecta puede vivir en la cabeza de cualquiera. No te asustes... O sí...

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2 de Noviembre 2004

Del lado del placer

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Amanece un buen sabor de boca. Resaca de tardes. Gusto de cosas escritas, vistas, dichas y escuchadas. Llego con deseos, calma ajustable. Sobremesa larga, lenta. Placer. Placeres. Me tientan tantas cosas que, igual, en cualquier momento bajo la guardia. Me estoy viendo venir. Me temo lo mejor. Eso nos pasa (no será que no me lo advirtieron) por buscar la belleza. A veces, la encuentras, se asoma el lado bueno y entonces, cómo te resistes? Por qué? Coges el bombón, lo saboreas, muy despacio, que no se acabe.

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